Recuerdos fugaces del Signo de La Espada

Chamaaaaaacos, quieren que les cuente un cuentooooo? Pues ahora se aguantan porque les voy a contar la tremenda, la temible historia del Ben cuando era morrrrroooooo!!!

Supe por ahí, que los recuerdo fugaces del Signo de La Espada si la arman, es decir que sí gustan. La verdad es que yo me cago de la risa cuando los escribo. En Tecnoculto, Andrés Borbón me plagió la idea :P y ahora tiene una sección que se llama Flashbacks, en las que cuenta anécdotas divertidas de cuando era más joven de lo que ahora es. Yo le decía que sus flashbacks le quedan más chidas a él que a mi los recuerdos fugaces. Me respondió el buen Andrés que le gustan mucho los recuerdo fugaces del Signo de La Espada y que es sólo que escribimos diferente.

Tiene toda la razón del mundo. Él es ordenado y paciente, te puede contar su anécdota de forma que atrapa tu atención y te la pasas bien leyendo. Es paciente porque las va contando de a una en una cada cierto tiempo. Yo no, yo sigo teniendo la tendencia a actuar de forma impulsiva y conforme salen los recuerdos de mi cabeza los voy escribiendo y acabo contando un churro sin pies ni cabeza, pero igual se la pasa uno bien. Y eso es lo que espero al escribir esto, que ustedes estimados lectores se la pasen a todísima madre siempre, y me daría mucho gusto saber que El Signo de La Espada contribuye con esa sensación de atodamadrismo.

Los dejo entonces con los recuerdos y les suplico que lean la novela y comenten, no hay que ser, necesito saber como va.


1. En algún día caluroso del mes de agosto de 1996.
Acababa de entrar a la secundaria. Esa tarde era como el segundo o tercer día de clases y por algún extraño motivo no tuvimos una de las primeras clases. Una prefecta subió al salón a recordarnos amablemente algunos aspectos del reglamento escolar y nos hizo escribir una plana de: "El que es perico donde quiera es verde" como condición para permitirnos bajar a las canchas o a la cafetería a hacer lo que se nos diera la gana.

En aquel entonces no había hecho amigos todavía y en lugar de buscar a alguien con quien platicar para ver si había afinidad y nos llevábamos bien y eso, me dediqué a vagar como vil coyote, solo por la escuela, absorto en oscuros pensamientos. En mi errático paseo pasé frente al taller de estructuras metálicas y de pronto surgió el impulso, casi sin que mediara pensamiento alguno, de soltar una patada voladora. Así, al puro aire. Salté tan alto como pude sin agarrar vuelo y pude ver como mi pierna derecha se contraía y mi puño derecho se colocaba sobre mi cadera derecha al mismo tiempo que mi pierna izquierda se estiraba violentamente hacia delante acompañada de mi puño izquierdo que parecía señalar el curso de esa magnífica patada. Pero algo falló...

Mi mente percibió todo en cámara lenta, pero olvidó que existe algo que se llama gravedad, de manera que no retraje todo el armamento necesario para caer de pie. Yo estaba totalmente absorto en la fina ejecución de la patada, cuando un sordo Plaf!! me devolvió a la realidad. Pude verme en la misma posición, pero sentado en el piso y escuchaba las risas de mis compañeros que me habían visto, ni siquiera había reparado en ellos. Al verme ahí tendido con las piernas en esa posición me reí, me levanté y me sacudí el polvo de las nalgas y de la parte posterior de las piernas y me fui de ahí sin pensar más en ello.


2. Alguna húmeda y fresca noche de la primera mitad del año 2002.
Cuando cursé el último año de la prepa, lo hice en el área de Ciencias Químico- Biológicas, nuestra maestra de química, además de impartir esa materia, nos impartía un curso taller de laboratorio clínico, bacteriología y parasitología. De acuerdo a lo que nos contaban los profesores, con el plan de estudios anterior, ese curso taller era parte de la currícula e incluso se le daba servicio al público. De manera que, en el afán de subsanar esa deficiencia, la maestra nos ofreció ese taller y nosotros aceptamos con gusto. El curso era por las tardes (los del turno vespertino lo llevaban por las mañanas). Sucedió que uno de esos días, nos tocó aprender el Examen General de Orina y cada uno de nosotros llevó una muestra propia. Quién sabe por qué propia, pero así fue. El caso es a que uno de los muchachos le detectaron eritrocitos y espermatozoides en su muestra. Este chavo es moreno, pero se puso pálido cuando la maestra le preguntó si había tenido relaciones sexuales o si se había masturbado antes de colectar su muestra. Ya sabrán, toda la banda le empezó a decir "maraquero" y le hacía la seña con las manos como si se sacudieran unas maracas. El Calcáneo, que era bien chingaquedito, no se quedó atrás. Al terminar esa clase, nos fuimos a las maquinitas el Calcáneo, el Montesinos y yo. Y ahí nos encontramos al Caba, este cuate estudiaba en la tarde. El calcas le contó emocionadísimo al Caba lo que sucedió en la clase. Entre risas, empezamos a especular sobre las posibles causas de esa alteración, además de las obvias.

Entre ese desmadre, fue Caba quien sugirió que semejante alteración en la orina podía ser causada por un traumatismo en los testículos. En realidad dijo: "por un vergazo en los güevos" pero eso es cosa que este fino autor no escribiría en su blog. Entonces el Calcas se puso pálido, se llevó las manos a la boca y exclamó, mortalmente angustiado: "¡NO MAMES! YO LE METÍ UN PUTAZO A LOS GÜEVOS EN LA MAÑANA.¡NO MAMES! ¡N O M A M E S!"
Y el Montesinos empieza:"ah sí, a güevo que un chingadazo en un güevo le puede causar eso"
"No es cierto, pinche Montesinos!! Tú sabes que no, güey, no fue por eso!! Dijo aquél, casi casí diciendo "dime que no es cierto". Y Montesinos le respondió: "El otro día yo le pregunté a mi papá (su papá es médico) y el me dijo que un golpe directo a los testículos lo puede reventar"

¡NO! gimió el calcas

"No mames, pinche Calcáneo, le reventaste un güevo al Carlos"

"NO! YO NO FUI!! NO ES CIERTO!!" El Calcas seguía gritando angustiadísimo y estaba rojo como un tomate.

"El pinche Ramón le metió otro" dijo.

No, cabrón, ya acéptalo, le reventaste un güevo al Carlos, si no que los dos" le dijo yo

NO! NO MAMES PINCHE BENJAMÍN!!!

Aaah, el pobre Calcáneo se fue cagando pa' dentro a su casa y nosotros nos cagamos de risa de él.

Al día siguiente, la banda recibió al Carlos con un coro de "Maraquero, maraquerooo", el cabrón fue hasta al nefrólogo (o no me acuerdo si fue al urólogo) total que no quiso aceptar jamás que se la había jalado. El Montesinos postuló la teoría de que el chavo este se había dormido en el camino y que tuvo un sueño húmedo. Su teoría es plausible pues explica la presencia de espermatosaurios, pero no el sangrado, que solo se explica por un traumatismo sobre la uretra, que bien pudo haber sido causada por el chingadazo que el calcas le puso esa mañana o bien, porque este cabrón se puñetió.

O también pudo ser que si haya pisado cucarachas, pero el Carlos era un caballero y no lo iba a admitir así nada más.

Tiempo después, me contaron mis amigos que durante la clase de Ciencias de la Salud (una mezcla entre Anatomía, Fisiología e Higiene) cuando nos tocó estudiar el sistema urinario, surgió la pregunta de los 64000 varos "¿Doctor, si una persona saca sangre y espermatozoides en su muestra de orina por qué se puede dar?" y el doc dio la respuesta obvia y volvieron a preguntar "Y si no se masturbó ni tuvo relaciones?" y el doc dijo: "ah pues hay algunos que nada más con ver una foto se excitan demasiado" y ya sabrán como le fue al Carlos después de esa respuesta. Lástima que yo no estaba ese día (andaba en Morelia) porque le hubiera preguntado al doc sobre los efectos en la orina de un chingadazo en los tanates, no más para joder al Calcáneo. jajajaja

Calcáneo, si estás leyendo esto, me cae de a madre que cuando vaya a Tapachula, ahora sí nos vamos a echar esas chelas que llevamos posponiendo desde hace mucho. Me dejo mamar un güevo si no.



3. Y ya que hablamos de mi cuate el Calcas, déjenme que le cuente por qué le pusieron ese apodo. En algún oscuro momento de un nublado amanecer a fines de 2001.
Como en casi todos los estudios de anatomía, se empieza por los huesos. Nosotros, en Ciencias de la Salud comenzamos por estudiar la célula y todo el pedo. La siguiente unidad comprendía el esqueleto y los músculos. Mi cuate Paco estaba estudiando los huesos apoyado por el ya mencionado Carlos, el del madrazo en los huevos. Carlos le señalaba algún hueso y Paco le decía el nombre. Al señalarle el hueso del talón, es decir, el calcáneo, Paco recordó a un maestro que él y yo tuvimos en la primaria, de apellido Calcáneo, platicó acerca de él, que era un cabrón, que le iba al américa, que mi güevo derecho es verde, etc etc etc. Total que continuaron estudiando y el siguiente hueso que le señalaron a Paco era el occipital, pero este güey se quedó en la pendeja y dijo que era el calcáneo y a partir de ese pequeño error se lo agarraron bien cagado y le clavaron calcáneo de apodo. Entonces, Víctor, que no es chingaquedito, empezó a decirle calcáneo también, pero era una cosa que le decía calcáneo al Paco desde que lo veía entrar al salón hasta que se sentaba en su lugar y si salía lo volvía a hacer cuando regresaba. Llegó el momento en que la paciencia de Paco se agotó y le dijo: ¡Ya, Calcáneo! Creo, que en realidad mi cuate tenía intención de decir: "Ya deja de decirme calcáneo, hijo de la gran puta!!" pero quizá por la prisa o por la molestia solo dijo dos palabras y así fue como el apodo se le regresó al Víctor y forever and ever será Calcáneo.

Por cierto, conviene, quizá aclarar que el Víctor que comparte la casa con nosotros no es el calcáneo, este vato es el Dr. Slave o también conocido como Gaytor.


4. Durante varios nublados y puñeteros días de la segunda mitad de 1998 y la primera de 1999.

En la secun a la que yo asistía, había un señor que vendía pizzas para una sola persona o mini pizzas. Costaban como 5 o 6 varos. Fuera de lo simples que eran, eran ricas, valían la pena. Este señor tenía una especie de promoción o más bien de garantía, si la pizza venía quemada de abajo, te daba otra sin costo alguno.

Mis mañosos amigos y yo empezamos a comprar pizzas con ese tío. No recuerdo bien si era el cabrón del César o el cabrón del Ernesto, pero uno de ellos llevaba un encendedor a la escuela y le acercaba la flama a la minipizza para simular una chamuscada y le iban a decir al ñor: "oiga, me dio una pizza quemada" y el señor le daba otra. Entonces, le prendía fuego a la otra también y se la llevaba de nuevo. Total que le sacaban(mos) como 5 o 6 minipizzas por solo 5 varos y con eso comía toda la raza.

5. Algún aciago día de marzo o abril del año 2000, proscrito ya en el calendario.

En aquel entonces mi cerebro estaba sumamente confundido. Ya me había adaptado al ritmo de la prepa, contrario a lo que yo creía, conservé a mi amigos de la secundaria y ya había hecho nuevos amigos.

Sin embargo algo no estaba bien. Aun me asaltaban dos fantasmas. Una exnovia que me odiaba y la chica a la que amé como si el mundo se fuera a acabar al día siguiente, a quien, a pesar de que tuve novia, no dejé de querer y me mandaron a la goma y la seguí queriendo. Ella nunca me peló. Ni un poquito, pero a pesar de eso, verla pasar me hacía feliz. Que ella estuviera en la misma prepa que yo, en el mismo turno, aunque en otro grupo, me tranquilizaba, porque sabía que aunque fuera por breves segundos podría verla todos los días, no como en la secundaria, que ella cursó en otra escuela y en otro turno.

Ya no intentaba conquistarla, sabía que no lo merecía después de haberme entregado frenéticamente a los brazos de otra mujer, mientras aun la amaba. Simplemente me limitaba a quererla y tratarla como mi amiga, en la medida de lo posible, porque ella no paraba jamás y todo mundo le hablaba. Esa onda comenzó a darme mucha ansiedad. Por azares del destino por ahí andaba una chava, amiga de nosotros desde la primaria. No recuerdo bien que fue lo que le dije, creo que algo respecto a que otra amiga llegó y me dijo: "préstamela tantito" y se la llevó a jalones y ya "no me la devolvió", el caso es que esta chava me dijo que yo debía darme cuenta que no estaba enamorado de mi amiga, sino que estaba obsesionado con ella y que mi amiga se daba cuenta de esa obsesión y la hacía sentir muy mal, que mi amiga se lo había dicho. No lo había visto así, pero ya había empezado a sospechar que ella me evitaba....

No lo pude resistir, el alma se me cayó a los pies, mi cuerpo se quedó petrificado. That was too much to handle. Pude ver, que lejos de generar una buena relación con mi amiga, lejos de hacerla sentir cómoda, admirada, amada, en realidad la estaba lastimando...

Poco faltó para que me colocara un chingadazo en la cara. Quise salir corriendo y estamparme contra una camioneta o algo así. Se me fue media vida en ese momento, me vi obligado a dejar de quererla, por decirlo de alguna forma. Fue terrible, fue como arrancarme la piel y luego meterme a una piscina con jugo de limón. Las palabras de mi otra amiga me dejaron un vacío terrible que nunca había sentido, del que me costó varios meses recuperarme.

Años después le comenté a mi amiga de la que estaba enamorado sobre lo que la otra amiga me dijo (pero no le dije nada sobre sus efectos) y ella me respondió que lo que la otra amiga me dijo era una verdadera mamada (bueno, no dijo eso, ella no dice groserías). Ella nunca le dijo eso a la otra chava y jamás se sintió así. Todo fue su invento, todo fue invento de Laura.

Si acaso estás leyendo esto Laura Prospero Victorio, espero que aun recuerdes eso y que algún día me lo aclares, aunque no tenga mucho caso. Vas a ver, jajajajaja.


6. Un muy mal día entre 1992 y 1993.
Estaba en cuarto año de primaria. Había terminado una tarea de esas que son "para ahorita". Sí, es que había dos clasificaciones,"para la casa" o "para mañana" y "para ahorita". El caso es que fui a entregar la méndiga tarea, como siempre, medio salón había terminado antes que yo, de manera que tenía que esperar en la fila que se hizo ante el escritorio del profe. En eso alguien se tiró un pedo. Yo no me di cuenta en ese momento, porque estaba absorto en mi tarea, creyendo que estaba mal. Además tenía anosmia. Cuando me di cuenta, una niña me estaba señalando y todos los que estaban haciendo fila se fueron a la chingada de la fila, dejándome solo ahí, razón por la cual, según mis compañeros, me delataba a mí como el pedorro del día. Indignando les señalé con el dedo diciéndoles: "¿Y solo porque estoy aquí yo me tiré un pedo? Yo ni siento el pinche pedo. Ya me encabroné que me traten así, puta madre!!" Y enfurecido pateé el pupitre que estaba frente a mí, colocado bajo el escritorio del profesor, para que este vigilara más de cerca al alumno que estaba sentado ahí. Dicho alumno era José de Jesús Raymundo Alonso, A. K. A. El Raymundo, A. K. A. El frijol quemado, de quien ya les había hablado (el cabrón que me contagió la varicela)

No me di cuenta de que ese cabroncete se estaba sentando ahí cuando pateé el pupitre, afortunadamente ya tenía medio culo sobre el asiento, de manera que mi pie dio en la paleta. Le di tan duro que tiré la silla con todo y Raymundo y la silla se desarmó. Y luego no sé que pasó. Cuando abrí los ojos estaba en el hospital y luego me dijeron que mis compañeros habían sido asesinados por un lunático y que solo yo me escapé.....












jajajaja, eso último no es verdad, lo cierto es que me fui a sentar mientras el profesor me regañaba, yo lo ignoré y me fui a llorar a mi asiento, encabronado e indignado de que me culparan por algo que yo no hice. Ahora que me acuerdo, creo que cuando pateé la silla culpé al frijol, siguiendo la lógica de que "el que se queda se lo echó", porque él ahí estaba, él no se largó. Pero yo creo que ese cuate fue otro pendejo igual que yo que nunca supo que chingados pasó, nunca sintió ninguna flatulencia.

Raymundo, si estás leyendo esto, por favor discúlpame carnal, no sabía ni qué pensar en ese momento, ni me di cuenta que estabas en la silla hasta que gritaste. Discúlpame, hombre.


Y creo que es todo por esta vez. Ya vieron como en estos recuerdos fugaces del Signo de La Espada caben como 7 u 8 flashbacks de Andrés Borbón, jajajajaja. Saludos, espero que se le hayan pasado chingón y que se lo sigan pasando chingón. Hasta luego.