martes, 17 de marzo de 2009

Cuentos por entregas: El Hombre Lobo de Terán, 1er entrega

Hola, ayer regresé de unas merecidas vacaciones para mi lap, me fui de vago con Azul y con Oli a San Cristobal de Las Casas de Los Extranjeros Hippiosos que se Quedan a Vivir :P

Por cierto, jotape, en el próximo post voy a subir las fotos de los santos descabezados de Saint Dominique, ok?

La encuesta aun sigue abierta, pero quiero hacer la prueba para ver que tal se aceptan los cuentos por entregas, para definir ya bien si pongo el cuento de un solo post o por partes.


Este cuento lo escribí cuando estaba en 7mo u 8vo semestre y se desarrolla en la ciudad de Tuxtla Gutierrez, notarán que el personaje principal tiene varias similitudes conmigo, PERO NO SOY YO. Por cierto, para los que leyeron Crónica de un secuestro anunciado, tampoco es uno de los personajes de esa novela, AQUEL ES HERNANDO, ESTE ES HERNÁN Y ES MEXICANO, NO COLOMBIANO, OK?

Aclaradas las aclaraciones pertinentes, los dejo con esto que se llama:

EL HOMBRE LOBO DE TERÁN

Lo habían encontrado. Eso que creían un mito estaba frente a sus ojos, apenas lo distinguían en la oscuridad. Hernán sabía que no existían los hombres lobo, sabía que en una ciudad como Tuxtla los coyotes no se acercaban tanto, ignoró completamente el asunto hasta que Eric le comunicó que hubo ataques a los alumnos de su facultad. Una de dos, o la criatura existía y la habían visto antes o alguien aprovechó el cuento para lucirse. Teniéndolo enfrente sentía una mezcla de horror, enojo y asco. Especialmente estaba confundido, teniendo al “Hombre Lobo de Terán” frente a él, era incapaz de determinar si el espantajo era real o una farsa, estaba paralizado y darse cuenta de eso lo llenó de frustración.

Dalia no podía dar crédito a sus ojos, tenía miedo, tenía frío, la humedad le estaba causando congestión nasal. Llegó hasta la Rectoría de la Universidad por casualidad, nadie le informó qué sucedía, nadie la invitó al grupo, solo estaba buscando a su perro. Si alguien le hubiese insinuado siquiera lo que iban a hacer, se habría negado rotundamente a participar. Se molestó al descubrirse asida fuertemente del brazo de Hernán, entonces lo supo, no tenía miedo, se sentía culpable.

Beth estaba ansiosa. Los ojos se le movían descontroladamente de un lado a otro. Estaba ansiosa. Se frotaba y retorcía las manos incesantemente. Estaba ansiosa. De pronto recordó qué hacía ahí, cómo llegaron las cosas hasta ese punto. Ella tampoco creía que la bestia existiera, de hecho no le importaba hasta que una amiga suya fue atacada. Como alumna de intercambio le habían advertido de los peligros de vivir en México, pero comprobó que Tuxtla era un lugar mucho más seguro y tranquilo que Londres y con un clima cambiante, pero considerablemente benigno. Pensaba que hay ladrones en todos lados, que en cualquier momento la podían asaltar, pero no se imaginaba esto. Era una locura, pero nadie haría nada al respecto, por eso llamó a Eric, el único en quien confiaba y Eric llamó a Hernán. Ahora estaban frente a la bestia. Organizaron la búsqueda y el resultado estaba a la vista. Beth estaba ansiosa.

Eric jamás se imaginó en una situación así. En algún momento se visualizó como cazador de maras, pero nunca como cazador de leyendas urbanas. En vez de escopeta, su arma era una cámara digital. Tenía frente a sí al maldito Hombre Lobo de Terán, tenía su cámara, pero no podía apuntar, no podía presionar el maldito botón. Su oportunidad de fotografiar a la leyenda se la debía a Beth. Nunca había hecho algo así por una chica. “A las diez de la noche la ciudad se muere, si buscas transporte público colectivo a esa hora estás perdido, esa es una de las muchas razones por las que odio esta ciudad” le dijo innumerables veces a Hernán. Alguna vez acompañó a una chica a su casa a esas horas hasta Terán, se despojó de 60 pesos para regresar a su casa en un taxi. Se sabía capaz de hacer eso por una chica, pero nunca se imaginó que por Beth cazaría a un “Hombre Lobo”. Se observó excitado, asustado y cansado, creyó que fotografiar a la bestia era una carga demasiado grande para él.

Un día, Hernán se topó con Robert Finnigan, un estudiante de intercambio. El tipo entró silenciosamente al apiario de la Facultad de Medicina Veterinaria y le preguntó a Hernán si estaba hurtando la miel, respondió que estaba cosechándola para su investigación semestral, aunque en realidad se estaba robando a la mejor reina del apiario para jugarle una broma al profesor. Ese día oyó por primera vez sobre el Hombre Lobo de Terán, Eric le contó y ambos rieron, lo mismo que Dalia y Beth.

Al día siguiente, Hernán escuchó rumores sobre una bestia peluda en la colonia Alianza, detrás de su Facultad. No le prestó atención y durante semanas no supo nada del famoso monstruo, excepto que lo habían capturado y llevado a uno de los canales locales, pero que se escapó y solo pudieron filmar la jaula destrozada. “Idioteces” pensó Hernán al respecto. Pasó más de un mes antes que escuchara noticias de la bestia.

Beth no tuvo noción de la bestia tras conocer su existencia como leyenda urbana. Sin embargo Eric supo con detalles de todos los avistamientos, todos los rumores. Incluso escuchó que donde pasaba dejaba un olor muy penetrante, como un almizcle, otros decían que era un olor a hierbas y otros decían que se sentían ambos olores en presencia del Hombre Lobo de Terán.


Bien, mis estimados lectores, visitantes y comentadores, esto va a continuar cada segundo o tercer día, hasta que el cuento se acabe, vamos a ver que tal se acepta, ok? Saludos, que estén todos a todísima madre.


9 comentarios:

Contricanis dijo...

¿De Terán, Irán? ¡Uy!

JP dijo...

-- maniana? sisisi? muchas gracias espadiux, pa mi que fue le lobo hombre el que se chingo a los santos de san cristoforo, que envidia que vivas en ese hermoso estado, todo en chiapas es mex!

Zed dijo...

Carnal, he leído a Lovecraft de principio a fin, y puedo concluir en que él estaría orgulloso de leer algo como esto.

Voy a piratearte la idea de escribir relatos. Igual y somos los siguientes Asimov y Clarke, jajajaja...

El Signo de La Espada dijo...

Contracanis: No, esa es Teherán, el Terán del cuento es una colonia que Tuxtla Gutiérrez se comió, antes era un municipio. jejeje

jp: las cacas de paloma fueron las causantes, en gran medida, del descabezamiento de los santos, jejeje, el hombre loco de terán estaba muy lejos, jejeje.
No sé si mañana, my friend, pero no pasa del jueves.

Zeta:me cai que es el mejor elogio que me han hecho, al menos en este mes. Aquí estaremos pendientes de tus escritos, carnal. Gracias.

El Signo de La Espada dijo...

contracanis: perdón, lo siento, ayer me estaba quedando jetón. Bienvenida a mi blog.

lavega dijo...

Alguna vez has pensado en imprir tus cuentos? no es mala idea e igual y te ganas unos devaluados pesos.

Por cierto y nada que ver con el post, tu sabes que pasa con los cachorros (perritos) que venden en las tiendas comerciales, no creo que vendan todos. Sabes que pasa cuando ya no son tan cachorritos?

El Signo de La Espada dijo...

Uy mi estimado lavega:

me lo he pensado desde que escribí mi primer cuento en serio, pero lo siento medio canijo. Azul me ha indicado que los meta a concurso, pero no quiero, porque sé que generalmente esos concursos los gana el cuate o el sobrino del cuate del juez. Tengo mis dudas al respecto, pero en una de esas y te topas con una antología de mis cuentos.
Por lo de los perros, esa es una de las muchas razones por las que he desistido de abrir una mascotería.
Por lo regular, los perros que llegan a las veterinarias son hijos de la perra de algún cliente, el cual se queda con uno o dos. Si la camada no se vende, el veterinario tiene una de dos opciones: o se lo regala a alguien o se lo vende a otro veterinario. Algunos dicen que los sacrifican, pero yo tengo mis dudas al respecto, luego es medio engorroso deshacerse de un cadáver de perro y por otro lado es pérdida para el vet. Nunca falta el cliente que llega y pregunta por "los perros que estaban ahí", es entonces que los ojos del vet se vuelven signos de varo (make money money, big money money money money) y dice: "todavía me queda uno, pero ya está grande" y aunque se supone que no es muy recomendable que digamos, la gente que quiere un perro le vale si es viejo, lo compra. Y eso es ganancia pal vet, porque ese perro se lo van a llevar a él para que lo atienda.

[MnS] dijo...

Prefiero qe lo hagas en partes :)

Me he leído esta parte & vas bien...

Aunqe, me ha llamado más la atención el nombre: Crónica de un secuestro anunciado, ¿ése también lo publicaste aquí ó dónde puedo leerlo?

El Signo de La Espada dijo...

Mns: Crónica de un secuestro anunciado es una novela de García Márquez. En esa novela sale un personaje que se llama Hernando Santos, yo leí esa novela como al año que escribí mi cuento y casi me da el patatús, pero después dije, nah, total es otro güey, el mío es Hernán y el otro es Hernando.
Gracias por tu opinión, el jueves o el viernes postearé lo que sigue.

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