Hola, saludos. Sean bienvenidos a esta sección de los recuerdos fugaces del Signo de La Espada. Ya la había dejado en paz un buen rato, pero ahora es momento de compartir con ustedes este ejercicio de memoria vivencial.
Por cierto que otro que ha dejado en paz sus recuerdos es Andrés Borbón, ya tiene rato que no nos deleita con sus flashbacks. A los mejor tiene que ver con que él tiene que pasar por muchoas más años que yo para llegar a sus recuerdos, o sea un chingo de años más, obviamente no debe ser fácil. Jejejeje, no te creas Andrés.
Empezamos!
1. En alguna fresca y veraniega noche de junio de 1995.
Fue una ocasión bien rara. En aquel entonces tenía 10 años y me fui de vago con mi cuate Benítez, se llama Armando, pero todos le llamaban el putón del barrio ***, digo, Benítez. Fuimos a su cuadra a rolar, a hacernos güeyes un rato con otros dos chavos del salón. En una de esas nos metimos a su casa, ya eran como las 7 de la noche. El caso es que mandaron a mi cuate a regar las plantas, las cuales estaban en la azotea. Entonces subimos con él, según nosotros a echarle la mano, pero la verdad es que mientras aquel güey andaba de maceta en maceta, nosotros nos echamos.
Pero nos cayó un karma instantáneo, porque al estar echados como vacas babosas, nos picaron las hormigas. Nos paramos y nos seguimos haciendo güeyes, total era sábado. En una de esas las estrellas empezaron a brillar intensamente y ahí estaba yo diciéndole a mis cuates que la constelación de Orión y que las Pléyades y que Tauro y que Oficuo y Eridano y la mamada, de pronto no pude detectar a Lepus ni a Canis major. Las estrellas comenzaron a verse de colores que no eran comunes, como azul y rojo. Algunas parecían crecer y súbitamente desaparecer.
Luego vimos que se movían un chingo de estrellas y entonces nos escamamos bien cabrón y bajamos en chinga a la calle a ver a la gente. NO MAMES la colonia donde vivía ese chavo era bien bulliciosa a todas horas y estaba en total silencio… ni los perros ladraban. Noté que algunos vecinos miraban el cielo con la misma consternación que nosotros y más me escamé. Mi cuate nos acompañó al otro chavo y a mí a la entrada de su colonia (Benitez y Miguel vivía en la misma cuadra) y luego yo dejé a mi otro cuate, Daniel, en la esquina de su casa y yo me fui corriendo en verdadera putiza a mi casa, casi cagándome en los pantalones. Entré sacando el bofe y casi sin poder hablar trataba de explicar lo que vi, pero mi hermano David estaba viendo las noticias y resultó que se trataba de una “Lluvia de estrellas” unos cuantos meteoritos dándose en la madre en la estratósfera, eso era todo.
Pero nosotros conjeturamos que era una señal del puto fin del mundo.
Chale!
*** Benítez: Maestro, si estás leyendo esto, lo de putón del barrio no es nada personal, simplemente me acordé de esa rola cuando explicaba como te decían en el salón. No te ofendas. Un abrazo donde quiera que estés, carnal.
2. 14 de mayo de 1997.
Una fecha que recuerdo bien, por lo divertida que fue. Claro que en un principio no lo fue.
Cuando estaba en segundo de secundaria teníamos un director muy peculiar. Era un don que se emocionaba cuando daba instrucciones, le imprimía a su voz un intenso tono de severidad y de autoritarismo (de autoridad no, de autoritarismo). En aquel entonces, solía recordarme, no sé por qué, a Musolinni. El caso es que a este hombre le encantaba el micrófono (aunque suene a albur, lo digo en sentido literal) No sé que broncas hubo con el magisterio ese año, el caso es que la suspensión de clases del 15 de mayo empezó desde el 13.
El director nos hizo bajar a todos al la plaza cívica a las 7 de la noche, obviamente interrumpiendo las clases. En esa reunión en lugar de ir directamente al grano se la pasó dando órdenes de firmes, de en descanso y esas putadas. Empezó a despotricar con los de tercero que porque no hacían caso, que si estaban amontonados, que no estaba bien formados y la madre y como ya me está cagando acordarme de esa mamada, el caso es que el director nos puso una gran puteada a todos, que pusiéramos atención, que tomáramos nota y que pasáramos bien el mensaje a nuestros padres, que no saliéramos con que no sabíamos que porque luego los padres de familia decían que los maestros son unos güevones, en un pinche tono de reclamo, de recriminación tan pinche falso…digo, no tengo nada en contra de los movimientos magisteriales, de algo han servido a su gremio y no puedo desestimar el valor que estos movimientos han tenido en la educación, pero la fama de güevones que tienen no es culpa de los alumnos.
El caso es que el 13 era junta sindical el 14 marcha y plantón en no sé donde y el 15 era la suspensión oficial.
En la colonia donde está la casa donde viví desde 1989 hasta 2002, o sea la casa de mis padres, existía en aquel entonces una gran densidad de estudiantes de mi escuela, fácil 7 de cada 10 adolescentes de mi colonia, estaban en mi escuela. En esa colonia había un salón de fiestas… ya se lo han de imaginar: Ahí estaban los maestros, si no todos, la mayoría, PE- DÍ- SI- MOS
Hasta la fecha ignoro de quién fue la genial idea de irse a poner pedos a una zona de la ciudad en la vive una gran proporción de estudiantes. El caso es que mi cuate Caba y yo pasamos como 15 veces por el salón gritando: “ARRIBA EL VICIO, PINCHE (inserte aquí el apodo de algún maestro)”.
Incluso estábamos en la banqueta de la casa del Caba y pasó el profe de historia, el mono. FIDEL FILEMÓN LAGUNES pedísimo, con el sub director de nuestro turno (vespertino) y le dijo al Caba: “Qué onda, chavooooo” ya saben, no? con voz de pedote.
Ah, como nos cagamos de risa de los maestros ese día, de todos y cada uno de ellos, empezando por el director.
3. Alguna noche primaveral de 1997.
Resulta ser que en aquellos días, solo por un tiempo, fui jefe de grupo. El caso es que un día por la mañana, el escritorio de mi salón amaneció ORINADO. Los maricas de la mañana se quejaron de que fuimos nosotros, los de la tarde, pero no fue así. Y total que la asesora de ambos grupos, llegó a mi grupo y nos dijo que ella no creía que fue alguno de nosotros y me pidió que me quedara al último para vigilar que no se quedara nadie y que cerrara la puerta del salón con candado (nunca lo hacíamos a la hora de la salida para que pudieran hacer el aseo, pero en fin) el caso es que me quedé ahí valiendo madre en el salón y mi cuate Caba, que es más listo que un coche mazateco (luego les contaré sobre los coches mazatecos) me dijo: “bajemos, güey, para que así veamos desde abajo quién se mete al salón” Al principio estaba en desacuerdo, porque el chiste era evitar que alguien se orinara en el salón (y si fue alguien del grupo era poco probable que lo volviera a hacer ese mismo día) el caso es que le hice caso a mi cuate y bajamos y vimos que un profesor de matemáticas, cuyo nombre ignoro, porque nunca me dio clase, pero que le decían “El Muco” o “El Mazateco” se metió al segundo C (o era al tercero C??). El profe estuvo ahí un rato y la verdad no nos quedamos a ver a que hora salió, el caso es que ese salón amaneció orinado al día siguiente.
¿Qué dijimos? Puro chorizo, nadie nos lo iba a creer. Y si nos creían, no le iban a hacer nada.
Nótese que desde chavito tenía esa visión crítica (y muy inflexible) de aquellos que participaron en mi formación, no es de ahorita y no es en mal pedo (la verdad me he vuelto menos inflexible en ese aspecto). Para mi es una necesidad hacerlo, porque si el que me está formando está jodido, tengo que evitar estar igual de jodido, de manera que mi esfuerzo se centre en aprender de forma objetiva y quedarme con lo bueno y desechar lo jodido en la medida posible. Ahora estoy bien locochón por otras cosas, pero no es culpa de nadie, ese es otro pedo.
4. En alguna brillante mañana de 1993.
En aquel entonces era un rapaz de 8 años, ingenuo pero canijo. Corría por la escuela un rumor acerca de una calavera embrujada que habían pintado en una de las paredes que dividía la primaria del jardín de niños.
En esa mañana me dio sed y salí a beber agua, para ello me dirigí a los bebederos, que eran unas llaves que tenían un filtro chingón. En esa parte de la escuela había una especie de pasillo que pasaba por detrás de unos salones y llevaba a la reja del kinder. A un lado estaba esa pared en la que estaba pintada la dichosa calavera.
Mi cuate José Francisco venía del baño y decidió beber agua también. Y comenzamos a platicar sobre la calavera esa y la leyenda que decía que si la tocabas te mordía. Quién sabe como le hice, pero convencí a este cuate de ir a donde estaba la calavera. LLegamos y le dije: “¿cómo la ves? Yo la veo como cualquier otra calaca” y la quedamos viendo como un minuto y en eso le dije al chavo: “a ver si es cierto que muerde” y le puse la mano la jeta a la calavera esa……
se preguntará como le hago para escribir tan bien con una mano, jajajajaja
Jejeje, no se crean, obviamente no me pasó nada, pero en ese momento se empezó a sentir una pestilencia horrenda y le dije a mi cuate: “No mames, qué huele tan gacho??” “Huele a mierda!!” dijo mi cuate y en eso vimos hacia abajo y caímos en la cuenta que los dos habíamos pisado una gran cagada que había ahí y que por algún motivo (yo creo que era el morbo de ver a la maldita calavera) no notamos. Y finalmente nos fuimos en chinga a lavarnos la suela de los zapatos, pero nos vio una intendente y nos regañó y nos reportó y además nos regañó el maestro Villegas, a quién le profeso un gran respeto: Maestro, si acaso lee usted este pasquín, le mando un gran saludo y un gran abrazo.
5. (o era 6? puta madre, ya no sé contar) Una calurosa y apresurada tarde de octubre de 1996.
Otra historia de mi director de la secundaria, el respetable Jaime del Toro Lozada. ay ay ay jejeje. Desde que entró a la dirección este señor, se dedicó sistemáticamente a intentar (y digo intentar, porque nunca lo logró) imponer el orden a güevo entre los estudiantes.
Su primera acción a este respecto fue formar detrás de él a todos los que llegaran tarde los lunes, esto a la hora del homenaje, a fin de ponerlos en evidencia y después ponerlos a correr en la plaza cívica, que no estaba techada, a las pinches tres de la tarde. Además, desde el segundo o tercer día, comenzó a vestir A DIARIO el uniforme de la escuela (era una secundaria federal). Esto para “poner el ejemplo de como se debe portar el uniforme”
Llegar tarde era una falta de lo más común, pero llegar tarde por estar en las maquinitas de enfrente era casi equivalente a robar. El director tenía una política de cero tolerancia con los juegos de video, llegando al extremo de llegar a los establecimientos a desconectar los aparatos, él mismo.
Mi cuate Caba tiene un tío que vive enfrente de la secundaria a la que asistimos y como podrán imaginar, tenía un negocio con un chingo de tragazón y un chingo de maquinitas. Invariablemente siempre enviaban a mi amigo con encargos para su tío. Entonces yo lo acompañaba y como siempre íbamos caminando a la escuela, nos echábamos una naranjada o algo así por el estilo. Por desgracia, ese día el tío de mi cuate tardó un poco más de lo deseable en regresar y llegamos a la escuela a las 14:00, es decir, la hora EXACTA de llegada. Pero un prefecto nos paró. Por venir del lado de las maquinitas, órale güey, llegaste tarde por estar jugando maquinitas…
Más tarde llegó una chica del salón a las 14:05, que el profe ya había entrado a clase, pero el prefecto amampado cara de nalga, que se las daba de galancito con las chicas, Roselio noséquéputas, alias el borrego, no le dijo nada, le sonrió, le vio las nalgas y la dejó pasar, pese a que llegó más tarde que nosotros. Y es que ella no venía del lado donde estaban las maquinitas (pero estaba ligando con un güey, pero en fin)
Llegó el director y nos puso una sermoneada, que qué no sentíamos, que qué mal pedo, que nuestros padres dándose en la madre para mandarnos a la escuela y nosotros ahí valiendo madre en las maquinistas, pleplepleple, ya saben no? Casi casi unos ladrones. El chiste es que teníamos que llevar a nuestro padre o tutor a la escuela al día siguiente a hablar con el director para que él le dijera a nuestro padre o tutor que ya no nos diera varo para ir a la escuela porque nos lo gastábamos en las máquinas. En caso contrario, no entrábamos. Amenaza de expulsión.
Puta madre, ahí me tienen llevándole el puto citatorio a mi padre, un hombre muy ocupado, pero que se hizo espacio para acompañarme a la escuela a hablar con el director y que entra mi jefe y que lo ve el director y le dice a todo pulmón: “HERMANO RAÚL!” Y que lo abraza!!! y le dijo: “¿qué gusto verte, cómo has estado?”
“LA PUTA QUE LO PARIÓ!!! ME LLEVA LA REVERGA!!” dije en mis adentros “Ya valió madre” Y resultó que quién sabe de dónde se conocieron, pero fue el encuentro de dos amigos que dejaron de verse 20 años o un pedo así, el caso es que el asunto de las maquinitas no se trató jamás y quedó el pedo de que iba a estar el ojo que todo lo ve sobre mí para “traerme cortito”
Me cago en la mierda… no bastaba con tener la feroz vigilancia de mi padre en la casa, ahora tendría que lidiar con una extensión de la misma en la escuela.
No mames…. el día que pasé a tercero y entró otro director pude entrar a la escuela tranquilamente, sin sentir que iba a estar este hombre ahí en la entrada checando que llegara y que fuera directo al salón.
El pilón:
Una tarde sabatina de 2001, por ahí por marzo o abril.
Ya se había estrenado Hannibal. Mi cuate el Jorge Montesinos (o el Monteinsanos) estaba obsesionado con ese güey. Ahorró centavo a centavo para comprarse la novela, igual que lo hizo con la de El Silencio de Los Corderos. Me contagié de su avidez por el Hannibal y también leí la novela. Y decidimos ir a ver la pinche película (de la cual, este cuate tenía todos los trailers habidos y por haber) el caso es que había un pequeño problema: La película en cuestión era clasificación C y Montesinos tenía 16 años, yo acababa de cumplir 17.
Nos pusimos unas gorras y dejamos de rasurarnos como una semana o dos con el fin de parecer mayores. La estrategia era comprar un boleto para una película que empezara más o menos a la misma hora y llegar y hacernos pendejos, acá de las de, “güey me equivoqué de sala, pero no hay pedo, veamos esta madre” y nos aplatanamos y ya iba a empezar esa madre cuando llega una morra del cine a decirnos que pa’ Juárez y que nos dejáramos de chupatruzadas porque a la otra nos iban a vetar del puto cine.
Y no nos sacaron, solo nos obligaron a regresar a la sala de la película para la que compramos boletos… tómala no había nadie!
Por eso se dieron cuenta porque vieron: “a ver, no hay nadie” “no mames, estos pendejos se metieron a ver Hannibal” y la película era LÍMITE VERTICAL!!!!! LA PUTA QUE LOS PARIÓ, LA PEOR PUTA PELÍCULA QUE HABÍA VISTO EN MI VIDA.
Dos meses después rentamos la de Hannibal en un video club que estaba cerca de la prepa, no más que esos cabrones la grababan del cine.
Me imagino que ahora, mi cuate el Montesinos la tiene en Blu Ray y DVD y la tiene guardada junto con su colección especial de Star Wars, prácticamente inaccesible a las manos del profano.
Saludos, mi carnal.
Bien, eso fue todo por esta sesión de Los recuerdos fugaces del Signo de La Espada!!
Hasta pronto, amigos!
10 comentarios:
aaaaalaaaaa meeerga.. esta bien largo men, pero me lo lei todito.. saludos
A mí no se me hizo largo... jaja
no ma! que buenas historias, pero si me saco de onda el prof. orinón (digo por eso de que se orinaba o.O)
Jajajaja me dio mucha risa lo del cine... que bárbaros!
No inventes ¡Que cosas! eso del profe meando me dejó el cerebro chueco ASCO jajaja.
Yo nunca he podido ver una lluvia de estrellas... siempre está nublado (lo juro eso me pasa).
Y luego el direc y tu papa supèr amigos: a eso le llamo yo Karma JAJAJAJA.
Saludotes.
AWEBO!!
los de la tarde siempre tiene la culpa
haha
chidos los recuerdos
salu2
De acuerdo contigo, Límite Vertical es la peor película que he visto. Debe haber peores pero de las peores sólo ésta me han hecho ver (y porque sale Janine Turner y es mi héroa)
Estuvo buena el reencuentro de tu venerable con el teacher, como de novela, no crees?
Pensando en esas historias que se te quedan en la memoria, por mas que me esfuerzo no logro sacar una de ese estilo, asi como que normal, pero a la vez no tan normal, una historia de mi vida que recuerde asi como tu.
Se me hace que si soy robot
snif!
Ulysses:
MM y te latió? Tal parece que sí, jeje
Pancha:
Si a tí te sacó de onda imagínate a nosotros. Lo del cine... que bueno que te dio risa, lo peor del caso es que después llegó una familia al cine y se sentó justo detrás de nosotros y micuate me estaba regañando porque me la pasé diciendo procacidades en toda la película
Manto:
Sí, se la jaló el güey. Algún día haré un videopost sobre las historias de este maestro tal como las cuenta mi amigo el pollo
Moka:
No, no es karma, es que mi jefe es un very resousersful man (léase hijo de la chingada)
Ah, a eso del cerebro chueco es la traducción más acertada de mindfuck jejeje
Krisalid:
Mmmta mejor ni digo nada porque en la prepa estuve en la mañana, jeje
Saludos
Ministry:
Y ella quién es o qué hace? jeje
Sí y recuerdo que en esa movie los pendejos iban con nitroglicerina y "descubren" que la luz solar (el chingo de luz que hay en el K2) desmadra la nitro...
Y luego se les jode el radio y se gritan de cerro a cerro los pendejos: "Kariiiiiim" y en eso le completo: "Kariiiiim, chinga tu maaadreeee" ajajajajajaja
lavega:
Mmmta, no sabes, como de novela de terror jejeje. No pude estar tranquilo como en dos semanas
No te preocupes, lo que pasa es que se me da aderezar las cosas, no es que le invente, sino que los preámbulos le dan cierto sabor personal. No es innato eh? eso se aprende.
Oye Ben, y fue a ese director que te cagaba al que le vandalizaste la casa??
Para la otra recuerda el gran refrán: "Ojos que no ven, zapatos llenos de caca".
Zed:
No, ese era un profe lameculos del director, pero hasta ahí.
Buen consejo, jejeje
Thanks, Cesar!
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