domingo, 8 de noviembre de 2009

Mientras

Hola, hola a todos. Tenía rato que escribí este cuento y quería compartirlo con ustedes, no pude esperar más. Para aumentar el feeling, púchenle play a la rola y comiencen a leer. Muchas gracias por estar aquí y que lo disfruten

Hace apenas unos momentos lo único que recordaba era la lluvia cayendo sobre mi cabeza, algunos truenos y luego un estruendo que trajo la oscuridad. De pronto todo se ennegreció y minutos más tarde, entre algunos gritos y órdenes, sentí tu mano. Sabía que era tu mano porque nunca olvidé su suavidad ni su calor. No puede existir nadie con manos así.

Que me tocaras fue lo que me devolvió completamente la consciencia y con ello el dolor. Me sentí manchado de la camisa y del pantalón, sentí que seguía manchándome. Pude saber que las manchas eran de sangre y me sentí terriblemente angustiado cuando pude percibir tu aroma mezclado con el olor de la sangre. La primera vez que te vi fue lo primero que se me vino a la mente. Diego nos presentó, él regresaba al grupo después de haber estado en el tuyo y tú, aun ignoro por qué, te acababas de cambiar a mi grupo.

Me supe tendido sobre una superficie que se movía, aun no podía abrir los ojos y algo en mi cuello me empezaba a molestar. Escuché el ruido característico de las tijeras al cortar la tela. El catorce de febrero de ese año me quedé sentado esperando a que me obligaran casarme contigo en la kermés. Huí de todas las bodas, excepto de esa, que jamás llegó. Como tampoco llegó la foto que nos tomaron el último día de clases, el baboso de Rosendo se quedó con ella y me salió con que el rollo se veló o algo así.

Mientras algo me intentaba cerrar la boca, sentí por primera vez que me moví, pero no supe que hacía y de nuevo sentí tus manos. La primera vez que te saludé de beso pude percibir tu fragancia sin interrupciones y ese hipnótico efluvio hizo que ese momento pareciera eterno. Desde entonces, saludarte se hizo un placer aun mayor.

El dolor comenzó a extenderse, supongo que la consciencia apareció de manera fraccionada. Sentí primero que me aplastaban, que el cuerpo se me llenaba de agujas. Pensaba en ti, tras la tarde y la lluvia, preguntándome dónde estabas y qué hacías, tenía alguna noción de ello, pero no siempre estaba seguro. Mientras jugaba al Mortal Kombat con Lorenzo, tú tomabas cursos de inglés y de informática. Mientras tú estudiabas y cumplías con tus tareas, yo corría bajo la lluvia, bajo el sol o contra el viento, saltaba y me batía de lodo o me internaba en ese enorme y viejo edificio solo para molestar al velador. Siempre, en todos esos momentos, estabas en mi mente.

El dolor se empezó a hacer insoportable, no dejaba de sentirme aplastado por un enorme peso. Me sentí ridículo cuando me hiciste notar que tenía los pantalones machados de cal. Ese día me metí a tu escuela a escondidas, volándome la barda. Simplemente tenía que entrar por la puerta, nadie me iba a detener. No querrías a un delincuente, qué vergüenza.

Una molestia me recorrió las partes pudendas, como si una serpiente de agua se metiera por mi uretra. El peso sobre mi cuerpo se hacía mayor y sentía que me estaba estallando el pecho. Mientras tú te preparabas para el concurso de matemáticas, a mi me cancelaron el de atletismo porque el recurso se lo gastaron en la fiesta del 15 de mayo. Busqué un empleo en un taller de carpintería. Un tarado me decía que te trabajara, que te arrimara el bulto. Yo le dije que no porque a su madre y a su hermana las conquistaran con esa romántica estrategia, todas caerían así. Él me amenazó con la lijadora eléctrica, pero yo tenía la sierra circular.

Entre un enjambre de voces, ansiaba escuchar tu voz. Quizá hablaste, pero el sonido de tu voz se distorsionó entre tantos gritos. Quería tocar tus manos de nuevo, quería corroborarlo. En lugar de tu aroma sentí un olor a quemado y escuché un terrible trueno sobre mi cabeza. Gracias a Lorenzo pude hacerme aliado de tus amigas y, a pesar de los regaños de mi padre, ayudarlas en sus aventuras románticas con Lorenzo y otro muchacho, y ellas me ayudaron a frecuentarte más. Un par de años habían pasado ya y no era capaz de decirte lo que ya sabías. Y tampoco era capaz de pedirte que fueras mi novia. No se me ocurría como.

El aire se enrareció y comencé a sentir como si flotara, pero aun podía escuchar las voces a lo lejos y el ruido de botellas, un par de risas. Cuando salía de tu escuela para regresar a la mía y colarme por un extraño pasillo entre la primaria y la secundaria, el temor de ser capturado en plena fechoría era inexistente, pues una calma inusitada me envolvía, estaba en paz con los dioses, ninguna ambrosía me causaba esa fantástica sensación. No me importaba que te gustara otro, de hecho te agradecí que fueras honesta conmigo al decírmelo directamente.

Tras un largo rato, el dolor volvió. Ya no me sentía aplastado, pero sí sentía punzadas por todos lados y la uretra me dolía. Alguna vez sentí que se me quemaba la piel desde adentro y que los ojos se me derretían. Ese día estaba leyendo un cuento de Conan el Bárbaro y me quedé ciego de coraje: Yo seguí siendo feliz por quererte, pero eso no cambiaba que me sentí realmente indigno de ti y eso que tu novio era un hijo de puta, el peor hijo de puta que había conocido hasta entonces. Lo peor del caso es que tardé casi un año en sacudirme esa sensación de encima y la verdad es que no volví a ser el mismo.

La piel me picaba y no podía darme la vuelta, ni levantarme y lo más desesperante de todo: no podía abrir los ojos. Tú seguías cerca, pero no accesible. Alguno de esos días te dije que el día que estuvieras fuera de mi vida sería el más triste de todos, pero nunca me imaginé que la distancia fuera tan insoportable. Después de tantos años, y con la edad que teníamos, era natural que te olvidara, pero ese proceso no fue normal y me dolió mucho más de lo debido, no por mí, ni porque sintiera que no valía la pena para ti, sino porque sabía que tú no eras feliz. Casi me vuelvo loco.

Por fin pude abrir los ojos, pero la luz me molestaba tanto. Me molestaba más que el dolor, más que el tubo en la uretra. Me molestaba tanto porque me impedía verte. Pude sobrevivir el tiempo que pasó cuando dejé la ciudad y no supe de ti en muchos años. Pero aun no estabas fuera de mi vida.

De nuevo sentí tu mano sobre la mía y supe que mientras yo recordaba tantas cosas, tú me salvabas la vida. Quise hablar y tosí. Tú trataste de explicarme que no lo hiciera, porque me habían lastimado la garganta con un tubo, con tal de que pudiera respirar.

 De todos los lugares del mundo- alcancé a decir con voz de moribundo  de todos los hospitales del mundo, teníamos que encontrarnos aquí.

Y sonreíste.

 

Les gustó?? Ahora prueben con estas y me dicen cuál tiene mejor feeling con el cuento, sale??

Muchas gracias, hasta el próximo post.

11 comentarios:

Moka Hammeken dijo...

Muy romántico y algo obscuro... Me gustó bastante: Desesperado, apasionado, con sensaciones táctiles y virutales.

Te felicito saludos

El Signo de La Espada dijo...

Gracias, Moka. Hacía tiempo que me desaparecí por tu blog, lo siento. Gracias por darte la vuelta de nuevo por acá. Qué bueno que te gustó el cuento. Hasta luego

Zed dijo...

Ah, qué buen relato Ben. Y más por el final... tétrico, pero a veces tan cierto...

100 en la escala del 0 al 1.

El Signo de La Espada dijo...

Zed:gracias carnal, de veras gracias

little_violence dijo...

jajaja hasta se me enchino la piel jejej pocas veces m deja tan clavada un relato jeje JELICIDADES jejeej besos byeeeeee

El Signo de La Espada dijo...

Hola, bienvenida a mi cuchitril

muchas gracias por caerle por aquí y por tu comentario sobre mi cuento

muchas gracias, hasta pronto

lavega dijo...

A mi me gusto mas la primer melodia/cancion. Y cual fue el antecedente? porque el protagonista esta madreado? y luego la chava, es medico, paramedico socorrista? Ejem ud disculpara pero soy un mucho neurotico y me da ansiedad por saber las causas de casi todo.

Ya con respecto al relato, me parecio muy interesante el manejo del azar/coincidencia. Ya ves que hay quienes piensan que las coincidencias no existen... mmm... intererante...

Carolina Cruz dijo...

Te confieso algo?

Cuando vi la entrada no me tomé la molestia de leer el cuento... pense "ay luego"... jeje pero la verdad es que no sabía lo que me perdía...

Me gustó mucho... y no es barberismo ni solo por halagarte, me identifique en algunos fragmentos y la canción de fondo no tiene madre :O

Sobre las canciones, me encanta Claro de luna, pero para la canción está más adecuada la primera que pusiste que no se cual es..

Y gracias por tu visita :) un honor

Carolina Cruz dijo...

Quise decir, que para el cuento, está mejor la primera ;)

El Signo de La Espada dijo...

lavega:
Mi carnal, no quisiera decirlo así, pero me da la impresión de que no lo leíste muy bien que digamos, por lo menos al principio. La verdad no es claro, pero las frases: "...y luego un estruendo que trajo la oscuridad. De pronto todo se ennegreció..." cómo qué te evoca?? un estruendo que hace que te vayas a negros y medio recobres la conciencia en un hospital... piénsale, jeje

y la chica es médico, vaya, en casi todo el proceso la chica está con él, una socorrista o paramédica básicamente lo acompañaría en la angulancia.

Y el trueno sobre su cabeza y el olor a quemado es un taladro: te tienen que abrir un hueco cuando se te llena de líquido el cocotrón, a fin de disminuir el daño cerebral por la presión.

Pancha Pantera:
Muchas gracias por leerlo, aunque te diera un poco de flojera. Al leer tu blog hoy me supuse que te gustaría, pero no sabía que te podría gustar tanto, jeje.


Muchas gracias a los dos por opinar sobre la rola. La rola se llama Never Meant to belong, de Shiro Sagiso. El tipo es un genio.
saludos y gracias de nuevo

JChef dijo...

Buen cuento Ben! Personalmente, la tercera canción le queda como un guante.

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