miércoles, 27 de agosto de 2008

San Juan de Ulúa

Hace algún tiempo conocí un blog de narraciones cortas de terror. El género del horror me interesa de manera especial y hace algún tiempo pasaba parte de mi tiempo escribiendo cuentos de ese género. Gracias al lacerante y pegadizo orgullo que tengo dejé de hacerlo, molesto porque me di cuenta de que mis cuentos no se entendían muy bien que digamos. Gracias a que conocí el blog llamado TERROR EN EL PARAÍSO me di cuenta de que no tengo que ser un Stephen King o un H. P. Lovecraft para escribir cuentos de horror que la gente lea y se la pase bien, así como yo me la paso bien escribiendo. Por eso lo hago. Porque me gusta.

Por eso en agradecimiento, dedico este post especialmente a Lady_Manson y a MK de terror en el paraíso. Ahí les va!

Hace algunos años, cuando era un mozalbete de apenas 109 años, desperté a las 12 de la mañana en uno de esos días de verano en los que mis hermanos mayores llegaban de vacaciones a la casa y el sonido del Heavy Metal se mezclaba con mis visiones oníricas. Me tambaleé adormilado hasta la cocina, todavía aturdido por el sueño, me senté en una silla al lado de mi hermano mayor mientras él relataba algo que sucedió en una celda de San Juan de Ulúa. Como esto sucedió hace mucho y estaba luchando por vencer a los esbirros de Morfeo que intentaban arrastrarme a su reino, no puedo relatarles con mucha presición lo que estaba contando mi hermano, pero recuerdo bien la idea general del asunto.

Unos tíos, no sé si conocidos, amigos o parientes de amigos de mi hermano fueron de vacaciones al maravillos puerto de Veracruz y visitaron el fuerte de San Juan de Ulúa. Estaban en la celda en la que estuvo encerrado Chucho el Roto, famoso ladrón que beneficiaba a los pobres con el botín que obtenía de los ricos, más chingón que Robin Hood, pues este no se dedicaba al latrocinio caritativo por motivos políticos.



En esa celda había una gotera, como forma de tortura, caía una gota cada cierto tiempo, ¿qué les gusta? cada 20 o 3o segundos. No recuerdo sí le caía al vato en la cabeza hasta que se le agujereaba o si nada más caía sin cesar la maldita gota y eso causaba la locura del preso. El caso es que en esa celda, en el momento en el que los tíos que contaba mi hermano visitaron la celda, la maldita gotera seguía ahí. Una chica del grupo tomó una fotografía con una cámara instantánea y lógicamente ella fue la primera en ver la fotografía. Sin mostrársela a los demás, dejó caer la cámara con todo y fotografía y corrió gritando desesperadamente. Los demás, impresionados por la reacción, tuvieron la curiosidad de ver la fotografía y la recogieron del suelo. El alma se les cayó a los pies cuando vieron una figura cornuda detrás de uno los chavos que aparecía en la foto.

No sé que pasó después, para volver este relato parecido a todos los demás podemos decir que la chava que tomó la foto se volvió loca y que el tipo que aparecía con el cornudo atrás de él se suicidó y que los demás muerireron años después en un misterioso accidente automovilístico. Pero mejor digamos que todos ellos se desempeñan más o menos normalmente en sus vidas y que tienen el síndrome del estré post- traumático, que es lo más lógico y evidente que pudo haber sucedido.

¿O qué creen que les pasaría a ustedes si tuvieran una experiencia como esa? Esa pregunta, mis estimados lectores, es la que da miedo en esta clase de relatos. Al menos esa es mi humilde opinión.

1 comentario:

Clementina dijo...

=O a mi me encantaba leer las historias de lady Manson =D


Pero dejó de escribir, luego ya no supe que onda.

:::

=D

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